capitulo 102

Después del reflejo

El amanecer se filtraba por las grietas de las cortinas, tiñendo de un gris pálido las paredes desgarradas por la batalla. El olor a cera quemada y metal oxidado aún impregnaba el aire, y cada respiración se sentía como inhalar un recuerdo de lo que acababa de ocurrir.

El espejo estaba agrietado, pero seguía entero. Un pulso leve recorría sus venas de luz azul, como un corazón que se negaba a dejar de latir.

—¿Está… realmente cerrado? —preguntó León, con voz cansada.

Estábamos sentados en el suelo, hombro con hombro, cubiertos de polvo y manchas secas de sangre. Mi respiración era irregular mientras miraba las grietas del espejo, sintiendo cómo me devolvía la mirada con esa calma sin vida que siempre había tenido, como si nada hubiera pasado. Como si el terror que nos había arrastrado aquí fuera un mal sueño.

—Por ahora —respondí, con la voz tan áspera como mi garganta.

Cassandra estaba sentada frente a nosotros, con el cuaderno en su regazo. Sus manos tembla
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