Despierto en una superficie blanda que me hace querer seguir durmiendo, pero creo que ya es hora, así que abro mis ojos y me doy cuenta de que estoy en la habitación que Dante me asignó en su casa. Lo que más me sorprende es que estoy cambiada con un pijama.
- ¿En qué momento me cambié? - La puerta se abre, dejando ver a Dante.
- Buenos días, Gabriella.
- Hola, Dante... ¿Tú me cambiaste? - Pregunto algo apenada, pero él niega.
- Fue nana, te tratamos de levantar, pero tienes un sueño bastante pesado.
- Lo siento. - Él sonríe y se sienta.
- ¿Cómo estás?
- Mucho mejor. Ayer me llevé un tremendo susto, pero ya me encuentro bien. - Él acaricia mi rostro y veo que posa su mirada en mis labios, pero algo hace que lo detenga, bajando su mano.
- Me alegra. Date un baño. Alana te está esperando.
- ¿Vas a hacer algo hoy? - Él me mira algo confundido.
- No, ¿por qué?
- ¿Por qué no nos acompañas a Alana y a mí a un día de campo? - En serio le pregunté eso... Dios, qué vergüenza que pensara él.
- N