Salí del despacho y al llegar a la sala noté que Alana no estaba.
- ¿Dónde está la bebé? - pregunté a María.
- El papá malhumorado se la llevó - maldito Dante - la pobre salió llorando - ¡idiota, lo quiero matar, ¡cómo se le ocurre llevar a Alana así!
- Es un idiota - dijo Fede mientras se comía una manzana.
- Lo sé, pero es el padre de Alana y no quiero alejarme de ella.
- Ay, nena, te dije que no te encariñaras con ella y eso es lo que estás haciendo.
- Sí, ya sé, pero ya es tarde, ya me encariñé con la nena - vi que María miraba a Fede y este negaba con la cabeza.
- No puedo creerlo, saben qué, mejor vamos de fiesta hoy a relajarnos un poco - dijo Fede contento.
- Me parece perfecto.
Ya en la noche, me estaba arreglando junto con María para irnos de rumba con Fede.
- María, ¿segura que me veo bien con esto? - le pregunté mirándome al espejo.
- Te ves muy linda y sexy.
- Gracias, ahora sí vamos - bajamos las dos y cuando Fede nos vio, sus ojos se abrieron dejando su boca abierta.
- ¡