Despierto con un terrible dolor de cabeza mientras intento proteger mis ojos de las cortinas abiertas.
- Cariño, ya despertaste - veo entrar a Fede con Samuel en brazos, pero tengo tanto dolor de cabeza que ni siquiera quiero verlos.
- Cierra las cortinas por favor - él deja al bebé en la cama y las cierra.
- ¿Estás bien, amor? - niego mientras me toco la cabeza.
- ¿Te duele la cabeza? - asiento y él se levanta, caminando hacia el baño. Cuando regresa, me ofrece unas pastillas con un vaso de agua.
- Tómalas, te sentirás mejor - las tomo como me dice y luego me acuesto, pero veo que Fede no deja de mirarme.
- ¿Pasa algo? No dejas de mirarme - digo ofuscada.
- ¿Por qué estás así?
- Tengo dolor de cabeza.
- No, incluso con dolor de cabeza siempre eres tierna y cariñosa, pero hoy estás fría y distante. Ni siquiera quisiste saludar a Samuel - veo a mi bebé, quien espera que lo cargue y lo llene de besos, pero no sé qué me pasa. Todavía recuerdo la m*****a llamada de Mariano, sus m*****as pa