Creo que Fede está molesto, no, mejor dicho, está enojado y es culpa mía.
- Fede, lo siento. Sé que no debí ir, pero ella me llamó y no fui capaz de decir que no.
- Por Dios, Olivia, ¿estás consciente de todo el daño que nos hizo?
- Sí, lo sé, pero sentía la necesidad de ir y saber qué quería.
- ¿Y dime qué quería?
- Pedirme perdón.
- ¿Y tú qué le dijiste?
- Que no podía. Ella me hizo mucho daño, así que no pude hacerlo. Por favor, amor, no estemos mal por esto. - Me acerco a él y tomo su mano.
- ¿Disculpame, sí?
- Solo quiero cuidar de ti.
- Lo sé, amor. - Acaricio su mejilla y él cierra los ojos, disfrutando de mi toque.
- Perdóname.
- Dios, contigo no me puedo enojar. - Me toma de la cintura y me pega a él mientras junta nuestros labios, formando la unión perfecta. El beso comienza a tornarse más apasionado y desesperado. Fede comienza a bajar sus manos hasta tocar mi trasero, dándole un leve apretón, lo que hace que me separe de él de golpe.
- Lo siento, nena. Yo no...
- Tranquilo,