CAPITULO 33

—Lugoi, vámonos —dije de repente y centré mi atención en su rostro—. Sólo quiero que estés a salvo. Vámonos y olvidemos esto. —Estaba divagando, mi miedo era tan fuerte ahora que no podía controlarme. Y me sentí avergonzada por eso.

Ahora mismo necesito ser fuerte. Nunca deje que el miedo me controlara, pero ante la idea que Lugoi saliera herido, o algo peor, este frío terror me envolvía.

—Moy svet —murmuró—. No tienes nada que temer. No dejaré que nadie te haga daño. —Su mandíbula se tensó—. No dejaré que nadie te aleje de mí.

Sacudí la cabeza porque me malinterpretó.

—Yo no me preocupo por mí. No puedo perderte —dije y me sentí inmediatamente avergonzada. No quería aferrarme a lo que teníamos, dejar que fuera una debilidad, pero aquí estaba, rogándole que se fuera conmigo para que no hubiera una amenaza que me lo quitaran.

—Mi dulce Galilea —susurró y me cogió la cara mientras se inclinaba y me besaba suavemente los labios, luego la punta de la nariz y finalmente se posó en mi fren
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