Despierto con una tremenda sensación de soledad, como si algo me faltara, y así es. Santiago no se encuentra a mi lado.
—¿Dónde estará? —me pregunto. Veo que hay una nota en la mesita donde dice que salió temprano a la universidad, así que decido levantarme y darme una ducha, porque yo también tengo clase.
Llego a la universidad y veo a Lucy que corre hacia mí con su pantalón bien ajustado.
—¡Hola, amiga! —la saludo de manera formal.
—Oye, ¿qué le pasó a tu maridito? —me dice, y yo la miro sin entender lo que me está diciendo.
—No entiendo.
—Amiga, lo vi discutiendo por teléfono, y cuando colgó, estampó su celular contra la pared. Menos mal que fui la única que lo vio.
—¿Qué habrá pasado?
—Creo que iré a buscarlo —digo, pero antes de irme, ella toma mi brazo.
—¿Estás loca? ¡Tenemos clase!
M****a, tiene razón, pero necesito saber qué pasó.
—Mejor vamos —digo finalmente. Llegamos al salón y ya se encuentra el profesor dando la clase, así que ambas nos disculpamos por llegar tarde. El pro