Me levanto temprano para arreglar a Aurora y luego arreglarme yo, pero me llevo la sorpresa de que mi pequeña ya está lista, todo gracias a su papá.
—¿Sabías que eres el mejor esposo y padre? —digo, dejando un casto beso en sus labios, y él sonríe.
—Esta pequeña quería su baño y que su padre la bañara.
—Bueno, eso me dará tiempo para bañarme y arreglarme.
—¿Piensas salir hoy?
—Sí, voy a llevar a Aurora al parque.
—Ve con cuidado. Yo ahora me voy a la oficina, pero nos vemos más tarde.
—Bueno, amor —deja un beso en la cabecita de Aurora y luego me besa a mí.
—Cuídate, amor.
—Lo mismo digo.
Apenas se va, salgo disparada a la habitación a darme una ducha, aprovechando que Nana se quedó con Aurora. Me ducho y luego busco algo para ponerme.
Bajo las escaleras y veo que la pequeña ya está en la carriola, así que meto todo en el auto con ayuda de Nana.
—Mi niña, deberías decirle a Santiago que vas donde su madre.
—Nana, sabes que él se pondría furioso. No quiero que se ponga así;