Camila y Alejandro salieron de la habitación tomados de la mano, con una sonrisa compartida y el corazón latiendo sereno tras una noche de reconciliación, entrega y amor.
Al llegar a la sala, encontraron a Ricardo conversando con Carlos.
—Buenos días —saludó Alejandro, firme y con una energía distinta, renovada.
—Buenos días, hijo —respondió Carlos con una sonrisa al verlo tan distinto, tan... pleno.
—Buenos días, Camila —añadió con ternura.
—Buenos días, señor Carlos —respondió Camila con respeto y dulzura.
—¡Y muy buenos días a esta hermosa pareja! —exclamó Ricardo, levantándose para estrecharle la mano a Alejandro—. Qué gusto verlos así.
—¿Y a qué se debe tu visita tan temprano? —preguntó Alejandro, alzando una ceja, curioso.
—La verdad… quiero hablar contigo. A solas —respondió Ricardo con seriedad.
Alejandro lo miró por un instante, luego asintió.
—Está bien. Vamos al estudio.
Antes de irse, Alejandro se inclinó hacia Camila y le dio un beso suave en la mejilla.
—Espérame, no tar