Al día siguiente, Alejandro se encontró en su oficina, reunido con Ricardo y los oficiales encargados de la investigación sobre la muerte de Camila. Los documentos y pruebas recopiladas estaban sobre la mesa, y la tensión en el ambiente era palpable. Alejandro suspir al ver que todo estaba saliendo perfectamente bien.
—Quiero que todo esto se maneje con la máxima discreción. No quiero que se convierta en un escándalo —dijo Alejandro, mirando al oficial a cargo.
—No se preocupe, señor Ferrer. Será algo discreto —respondió el oficial con firmeza.
Después de que los oficiales se despidieron, Ricardo, que había estado presente durante toda la reunión, se acercó a Alejandro.
— ¿Estás listo para ir a esa gran fiesta? —preguntó con una sonrisa.
—Sí, incluso Margaret quedó sorprendida porque la invitó a salir. Ella piensa que le estoy dando una oportunidad. Ya me imagino la cara que pondrá cuando se dé cuenta a dónde la llevo —respondió Alejandro, mirando su reloj—. Ya solo falta una hora par