El hospital tenía un aire pesado, con el sonido de monitores y el murmullo lejano de conversaciones médicas flotando en el ambiente. Andrés caminaba junto a su tío Carlos, quien se veía visiblemente agotado pero determinado.
Al salir de la habitación, Andrés hizo una pausa y escaneó el pasillo con la mirada. Sus ojos recorrieron cada rincón, buscando una figura en particular.
—¿Qué sucede, Andrés? —preguntó Carlos con el ceño fruncido.
Andrés apretó los labios y giró hacia su tío.
—Busco a Adrien, tío. Quería saber si ha podido ver a Camila.
Carlos asintió lentamente, comprendiendo la preocupación en el rostro de su sobrino. En ese momento, una figura conocida apareció caminando por el pasillo.
Era el doctor Ramos.
Andrés no perdió tiempo y se acercó a él con paso firme.
—Doctor, ¿puedo ver a Camila Morales? —preguntó con urgencia.
El médico le dedicó una mirada comprensiva antes de asentir.
—Por supuesto. Acaba de ser trasladada a otro cuarto donde puede recibir visitas. Síganme.
—Gr