Bastian corría con toda la fuerza que sus piernas poseían y aún así, sentía que no avanzaba del mismo lugar.
Miró hacia atrás y un suspiro de alivio escapó de sus labios: ya los había perdido.
Empezó a reducir el paso y se agachó, apoyando sus manos en las rodillas, mientras buscaba la forma de llevar el aire a sus pulmones.
La fría brisa era más notoria en sus mejillas, dónde un rastro de lágrimas secas, aún le recordaban lo que acababa de pasar.
Las palabras de su madre nuevamente taladraron su cabeza.: "Larissa será tu esposa cuándo cumpla la mayoría de edad y no te lo estoy proponiendo, te lo estoy informando."
Él apenas y tenía 17. Tenía sueños, metas... Un futuro por delante. ¿Por qué su madre insistía en cortar sus alas?.
Además, esa chica no le agradaba.
Era demasiado empalagosa para su gusto, siempre quería estar pegada a él y sus rabietas... ¡Dios!... Lo sacaban de quicio.
Además, si lo que su madre quería era dinero y estatus, no necesitaba obligarlo a casarse. Él podía con