Bastian miró hacia abajo con cierto atisbo de duda en su rostro.
Era un completo cobarde.
La ventana apenas se encontraba a unos tres metros del suelo. Golpearse sería inevitable, más sin embargo, matarse era una posibilidad bastante baja, aunque en su situación, sería la más pura bendición.
Cerró sus ojos con fuerza, subió al alfeizer de la ventana y con un hondo suspiro... Saltó.
Mordió su labio para no gritar, cuándo su cuerpo impactó de lleno contra el césped. Lo que menos quería era que su madre se enterara de su escape.
Sabía que estaba tentando de más a su suerte, pero esa rebeldía que no sabía de dónde venía, lo empujaba a hacer cosas estúpidas.
Se puso de rodillas despacio y se fue a gatas hasta llegar a la esquina de la casa. Su madre paseaba por los rosales, acompañada de una criada.
Un suspiro de alivio escapó de sus labios, al ver su camino libre.
Se puso en pie de inmediato y corrió en la dirección contraria a su madre.
De un salto se brincó la reja y echó a correr a tod