Un divorcio entre ambos y la promesa interna de Astoria de no volver atrás, hace que sus caminos se alejen lo más posible el uno del otro. Años después y con su carrera establecida, Marcus se convierte en un reconocido empresario. Sin embargo, las amenazas que recibe a diario le hacen imposible vivir tranquilamente. Todo esto lo impulsa a buscar a un guardaespaldas en el que pueda confiar. ¿Qué pasaría cuando no fuese el guardaespaldas que pensaba, sino que su nuevo protector era una chica y más aún su propia exesposa? ¿Surgirán de nuevo sentimientos entre ellos luego de que la acusara de terminar con su embarazo sin consultarle?
Leer másCasarte con la persona que amas, es un castigo cuando ella no te ama de regreso.
Esa fue la realidad de Astoria durante un largo tiempo.
Desde que se conocieron, los ojos de Astoria se fijaron en Marcus, ese chico que se convirtió en su primer amor, ese que le permitía amarlo sin darle nada más que indiferencia a cambio. Enterarse de que sus padres arreglaron su matrimonio años después, fue un golpe demasiado bajo para él.
No la amaba.
Estaba harto de sus intentos de complacerlo.
Todas sus ideas, todo su desprecio, cambiaron cuando supo que podía perderla. El desprecio que sentía por ella cambió al intentar conocerla.
Pero la vida no es un cuento de hadas, la mujer que comenzó a amar dejó de existir, teniendo a cambio la encarnación misma de la indiferencia. Los papeles se invirtieron y ella parecía haberle arrebatado lo más importante de su vida.
—¿Dónde estuviste todo este tiempo? No te imaginas lo mucho que Erika y yo nos preocupamos por ti, te buscamos por cielo y tierra, no había señales tuyas.
—Entonces no me buscaron realmente.
Marcus quedó desconcertado, no comprendía lo que ella decía; sin embargo, lo que de verdad importaba era que ya estaba su lado, ella y su bebé regresaron.
—Astoria, lo hicimos. ¡No te imaginas lo feliz que estoy de tenerte otra vez conmigo! Tú y nuestro bebé están en casa ahora.
—¿Nuestro bebé?
—Sí, descubrí las pruebas de embarazo que te hiciste —se acercó a ella con una sonrisa.
—No hay bebé, Marcus. Ya no.
La sonrisa se esfumó de su rostro, su corazón se detuvo por unos instantes. ¿Escuchó bien? ¿Su bebé ya no estaba? Podría oírse a la perfección el sonido de su corazón rompiéndose, dividiéndose en miles de pedacitos, pulverizándose.
—¿A qué te refieres, Astoria? —Se atrevió a preguntar luego de unos segundos.
»Por favor, respóndeme, necesito saberlo. Merezco saber qué pasó con mi hijo —habló con desespero.
Sus palabras eran más una súplica que cualquier otra cosa.
—Ya no existe —murmuró con una aparente indiferencia.
—Astoria… ¿Qué hiciste? ¿Qué hiciste con nuestro hijo? —Ella enmudeció—. Dime que es una broma, hazlo, por favor. Dime que fue simplemente un error, una broma de mal gusto, y que vamos a poder estar juntos de nuevo, como antes de discutir.
Los ojos de Marcus se inundaron con lágrimas, rogaba para que todo eso fuera una pesadilla de la cual despertaría en cualquier momento. Por más que esperara o se pellizcara, no despertaba.
Quería agarrarla de los brazos, sacudirla hasta que entrara en razón, para que esos ojos lo vieran de la misma manera que hace unos días, como si él fuera el mundo para Astoria, así como ella se convirtió en el suyo.
—¿Quién dijo que podría haber sido tu hijo y no de Dimitri?
—Lo siento, yo. Yo no pensé bien lo que dije esa vez, pero no es razón para que me condenes de esta manera, Astoria, por favor. —Intentó tomar una de sus manos, ella las quitó al instante.
Justo ahí, todo cambió. Sus caminos se separaron sin ver el hilo rojo que aún los unía, sin saber que en un futuro sus pasos los llevarían al lado del otro.
¿Podrán sanar las heridas que se hicieron mutuamente?
Los chicos se apresuraron a llegar al punto señalado por Hassam. Ahí tendrían que encontrarse con Dimitri y Erin; sin embargo, al acercarse, notaron que solo estaba Dimitri junto con Hassam.—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Saddam un poco molesto.Todos estaban mucho más confundidos por la escena. En caso de que Dimitri los hubiera traicionado, no los habrían encontrado, a ninguno. ¿Qué estaba sucediendo?—Ambos llegaron. Erin se dio cuenta de que le tendimos una trampa —comenzó a explicar Hassam.—No me digas que se escapó —gruñó Coraline con ganas de hacerlo papilla. Estaba esperando ese momento con ansias, el poder arrancarle el cabello a esa víbora calva, y ¡la dejaban escapar!—Pues no te digo nada, cuñada —vaciló un tanto, luego elevó los hombros —intentó escaparse, pero al verse acorralada, decidió que lo mejor era saltar por la borda… en un lugar que extrañamente estaba infestado de cocodrilos.—¡¿Qué?! ¡¿Esos estúpidos cocodrilos acabaron con toda la diversión?! —se quejó Co
—¿¡Pueden callar esa cosa?! —gritó Coraline en medio de un quejido. Su cabeza dolía con fuerza debido a la resaca.— Jamás dejen que vuelva a beber de esa manera.Luego de rodar los ojos, Marcus terminó bajando el volumen a la televisión. Tenía curiosidad acerca de lo que dirían las autoridades o los reporteros; más no había preocupaciones, supieron callar.—Funcionó la gran tajada que les diste, Marcus —felicitó un Saddam completamente ebrio, dándole una fuerte palmada en la espalda, una que casi le sacaba los pulmones por la boca.—Por supuesto que funcionó, no podía permitir que el nombre de mi chica apareciera en los encabezados —soltó con un poco de jocosidad mientras Astoria levantaba de repente su cabeza con el ceño fruncido.—¿De qué chica hablan? —cuestionó con molestia.Estaba claro que el alcohol la afectó más de lo que imaginó.Una gran carcajada salió de Saddam, entretanto Marcus sacudía su cabeza de un lado a otro, era toda una escena frente a sus ojos. No imaginó que el
—¡Astoria! —gritó Marcus intentando acercarse a ellas.—Si te acercas, la dejo caer —sentenció Erika.El agarre que ejercía sobre la contraria era bastante fuerte. Ambos corazones latían con fuerza a causa de la adrenalina. Los ojos de Astoria estaban centrados en los de la bruja, pues, necesitaba estar apercibida de cada uno de los movimientos que Erika pudiera hacer.Sin ser notado por la bruja, Marcus se apresuró a notificarle a Saddam lo que estaba sucediendo. Estaba a punto de todo ponerse bastante feo.—¿Creíste que una mentira sería para siempre? —susurró acercándola a su rostro. En sus ojos se veía una gran cantidad de odio, más de lo que había demostrado durante el tiempo que llevaban de conocerse.—¿Y las tuyas? Has mentido tanto, que pronto te ahogarás con tu propio vómito —contraatacó—. No importa lo que hagas conmigo, Marcus jamás será tuyo, ¿sabes por qué? Porque ha visto lo asquerosa que eres como persona, una que se centra en hundir a los demás, una que está obsesionad
Astoria logró escabullirse a la habitación. Su corazón latía con fuerza, ¡¿qué hacía esa bruja en el departamento?! No sabía la respuesta, pero sí que no era para nada bueno. Tomó aire por la nariz, soltándolo por la boca una par de veces para lograr calmarse. Una salida, eso era lo que necesitaba.—Cora, Cora, terroncito de azúcar, tenemos una emergencia, es un código color bruja —susurró poniendo su celular muy cerca de su boca—. ¿Cora? ¿Me escuchas?Lo único que oyó fue la interferencia en la señal. Parecía que estaba sola en ese momento, ¿debería mantenerse oculta? No, quería enfrentarla, incluso antes de que lograra algo con Marcus, no porque desconfiara de él, sino, porque no se sabía qué esperar de esa víbora ponzoñosa.En la sala, Erika intentaba acercarse a Marcus, el cual, se alejaba lo más que podía, ni siquiera podía esconder su rostro de desagrado, aunque no lo intentara en ese momento.—¿Por qué tan tímido, Marc? ¿Es porque se te olvidó lo que era estar cerca de una muje
En un lugar apartado de la ciudad, los chicos planeaban la manera de enterarse con exactitud el plan de Erika, así como comprobar si Erin tenía alguna complicidad en ese asunto. Lentamente, todo se estaba invirtiendo y los verdaderos culpables se conocerían de una vez por todas.Astoria, sin que fuera su propia voluntad, se dedicó a pensar en su pasado. No quería admitirlo, tenía recuerdos borrosos de los que no fue consciente a lo largo de los años.¿Todo este tiempo estuvo culpando a un ser inocente?Bueno, «inocente» sería un eufemismo; sin embargo, el punto es ese. Estaba culpando a un hombre que nada tenía que ver con su situación. Lo que no terminaba de cuadrar en su cabeza, era el hecho de recordarlo tan cerca de ella, tanto de que ese era casi el único rostro que recordaba con claridad.¿Estaba enloqueciendo? Era una probabilidad. ¿Bajo el efecto de qué sustancia estuvo, que no le permitía rememorar más allá?Marcus notó que su exesposa se encontraba vagando en sus pensamiento
El silencio los inundó. Marcus observaba a Astoria con un poco de incredulidad. Ella, ¿no recordaba con exactitud lo que pasó, o Dimitri estaba jugando con ella?Era difícil llegar a una conclusión cuando todo parecía así de distante. Los únicos que estuvieron fueron ellos dos, ¿quién estaba diciendo la verdad?—Bien, eso no me lo esperaba —largó Coraline sacudiendo su rebelde cabellera.—Yo creo que miente —afirmó Saddam.Astoria no estaba en condiciones para querer pensar en lo que ese hombre le decía, mucho menos para afirmar algo de lo que no estaba segura.Su cabeza le decía que él era el culpable, al igual que su corazón afirmaba lo que su mente decía, no era justo para ella, ¿debería bajar un poco sus murallas?No, no lo deseaba; una parte de sí misma gritaba con fuerza que no lo escuchara, que era uno de sus medios para dejarla como una loca, para acercarse y volver a dañarla.Había perdido a su hijo y a ese hogar que deseó tener durante toda su vida, y aquí estaba, el hombre
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