C33: Los celos.

Como muchos objetos se habían mudado de lugar debido a la investigación, Samira estaba ayudando a acomodarlo todo en su sitio, en lo que Angelo, de repente, se aproximó a ella sosteniendo un ramo de rosas en sus brazos.

—Señorita —pronunció y Samira dejó de lado lo que estaba haciendo para acercarse a él. Angelo era la única persona que sentía que la apoyaba, por esa razón lo respetaba profundamente.

—Hola, Angelo. ¿Cómo estás? ¿Cómo va la limpieza en el jardín? ¿Necesitas mi ayuda? —preguntó ella con una calidez que envolvía suavemente al jardinero.

—Todo va bien, no se preocupe —respondió él—. Mejor hábleme usted sobre la investigación. ¿Ha habido algún avance? ¿Se encontraron pistas para hallar al culpable?

Samira cerró los ojos para exhalar con pesadez. Luego, tomó el brazo de Angelo y lo alejó de la presencia de los demás sirvientes que se encargaban de ordenar los muebles.

—¿Recuerdas cuando me ayudaste a entrar a la habitación de Evangeline? —preguntó en voz baja, a lo que Ange
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