Capítulo XXXIX
Maximiliano
El primer sonido que escucho es mi propia respiración. Lenta, pesada.
Abro los ojos apenas, y una punzada aguda me atraviesa la cabeza. Todo me da vueltas.
El techo… las cortinas… el olor a perfume dulce mezclado con vino. Nada encaja.
Me incorporo un poco, frotándome las sienes. Siento la garganta seca, como si hubiera bebido demasiado, aunque no recuerdo haberlo hecho.
Intento hacer memoria. La cena. La copa. Scarleth sonriendo frente a mí. Después… nada. Un vacío.
El corazón me late más rápido.
Me llevo una mano a la frente, tratando de despejar la niebla en mi mente.
Entonces la veo.
A mi lado, entre las sábanas, está Scarleth, dormida.
Su cabello cae sobre la almohada, desordenado. La sábana apenas cubre su cuerpo desnudo.
Trago saliva.
El aire se vuelve espeso, imposible de respirar.
No entiendo nada.
¿Qué demonios pasó anoche?
—Hola, mi amor —susurra, abriendo los ojos lentamente, me esboza una tierna sonrisa.
Me quedo inmóvil.
Mi mente intenta reacci