El último grito

Capítulo LXX

Greta

Ha pasado un año.

Un maldito año…

Y no he podido encontrar a la estúpida de Clarissa.

Los hombres que contraté son unos inútiles, buenos para nada, que no han sido capaces de dar con ella. Cada semana me daban excusas, cada mes me prometían avances… y aquí estoy: con las manos vacías y la rabia pudriéndome por dentro.

Gustavo es otro inútil más.

Una maldita sanguijuela que no sirve de nada.

—¡Ahhh! —grito con desesperación mientras jalo mi propio cabello.

La rabia me quema. Me hierve.

—Maldita Clarissa… —escupo entre dientes—. Ya verás lo que te haré cuando te encuentre.

Cierro los puños a cada costado, enterrando mis uñas en la piel con tanto odio que hasta siento el ardor recorrerme los brazos.

Ella pagará por la demanda que Maximiliano puso en mi contra.

Por su culpa tuve que desaparecer, esconderme, huir como una delincuente.

Tuve que salirme de la casa de Emiliano y esconderme en una casa sucia, fría, miserable.

Perdí mi vida cómoda, cada uno de mis lujos, todo
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