CAPÍTULO 66 — Accionista mayoritaria

Durante ese mes que estuvimos solos en mi casa, las cosas habían estado bien. Más que bien diría yo. La primera semana juntos, nos fuimos juntos en las mañanas. Máximo me pasaba a dejar a la empresa y luego él se iba al bufete. En las tardes pasaba por mí y nos íbamos juntos a casa. A veces cenábamos en casa y otras veces en algún restaurante de la ciudad. Pero cada noche, la cerrábamos con mucho, pero mucho sexo.

Debía ser honesta y reconocer, que me encantaba estar con él en casa. Hicimos el amor en cada rincón de esa casa. En la piscina, en la oficina, en la cocina, en el baño, en la sala de estar, en el prado, en el auto cuando no alcanzábamos a entrar a la casa, en el comedor.

—Podría comer esto— le dije una noche, mientras miraba mi tenedor con un trozo de carne enterrado en él —O mejor podría comerte a ti— le dije de forma sensual.

—Come, Ivanna. Luego hacemos el amor— me respondió divertido. Pero yo no quería seguir comiendo. Había estado todo el día en la oficina recordando n
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