Después de que su novio la deja, Morgan Bell regresa a casa, no solo para superar su ruptura amorosa, sino además, para asistir al matrimonio de su pequeña hermanita. Sin embargo, la vida de Morgan se volverá un infierno cuando se entere de que su nuevo cuñado es nada más y nada menos que Jared Walker, el hombre que se encargó de hacerle la vida imposible en la secundaria, el mismo del que ella estaba enamorada en secreto. ¿Habrá olvidado Morgan a Jared? ¿Soportará ver como su hermana se casa con el hombre del que siempre estuvo enamorada? Descúbrelo aquí.
Leer más–Creo que debemos terminar, Morgan.
–¿Qué? – pregunto mientras termino de guardar mis cosas en el bolso de mano.
–Si, es momento de terminar.
–Deja de jugar con eso, no es gracioso – guardo el lápiz labial color rojo y cierro el bolso, voy al espejo de cuerpo entero del departamento y me miro de arriba abajo, estoy perfecta, usando unas sandalias de tacón negras, un vestido del mismo color un poco más revelador de lo que usaría normalmente, y el cabello negro suelto tras mis hombros.
–No es un juego, estoy hablando en serio – me volteo a ver a mi novio y me doy cuenta de que no está sonriendo.
¿Enserio este cabron me va a terminar el día de nuestro aniversario?
–Si se trata de algún chiste de aniversario, de verdad, es mejor que lo olvides.
John suelta un suspiro y se acerca a mi – ya te dije que no es un chiste, ya no te quiero, Morgan.
Sus palabras hacen eco dentro de mi cuerpo, siento como si me estuviera golpeado con ellas, YA NO TE QUIERO, MORGAN. Cinco disparos directo al corazón.
–Cariño, ¿De qué estás hablando?
–No queria decirte esto ahora, pero ya no puedo seguir jugando contigo, no quiero hacerte daño.
¿No quiere hacerme daño? ¿Este hijo de puta a que está jugando?
–Si no quieres hacerme daño entonces ¿porque me estas terminando hoy?, el día en que cumplimos tres años de relación, y justo en este momento cuando vamos a cenar para celebrar.
–Porque no puedo celebrar cosas que ya no siento por ti.
–¿Por qué estás haciendo esto, John? – no siento tristeza, ni ganas de llorar, como todas las novias a las que abandonan, yo por el contrario quiero agarrar el tacón de mi sandalia y clavárselo en la espalda. Creo que los cursos de manejo de la ira no me funcionaron del todo bien.
–Porque eres alguien muy extraña, todos esos cambios de humor, nunca sé que esperar cuando estoy contigo, estás feliz, de repente estás triste – hace un gesto con las manos.
–¡Me dijiste que esa era una de las cosas que más te gustaba de mí! – le grito.
–Si, en ese momento me gustaba, pero después de tres años las cosas cambian – me mira con el ceño fruncido – a veces me da miedo que un día de estos llegues a casa y quieras asesinarme, porque con eso de que eres bipolar, y de que te llamas Morgan.
–¿Qué tiene que ver que me llame Morgan?
–La culpa no es tuya, es de tus padres, ¿Sabías que cuando le pones el nombre a una persona automáticamente le estas dando una personalidad? No sé si lo sabias, pero Morgan era el nombre de un espíritu de la guerra y la venganza griego.
¡Esto no puede ser cierto! De verdad, ahora si voy a matarlo por estarme diciendo semejante estupidez.
–No creo que supersticiones, mi nombre no tiene nada que ver – le digo, tratando de calmarme.
–¿Viste? Ya hiciste esa cara – me señala y camina hacia atrás.
–¿Cuál cara?
–Esa que parece que va a matarme.
No me doy cuenta, pero inconscientemente estoy caminando lentamente en su dirección, quiza tiene razón, tal vez mi espíritu interno quiere asesinarlo por estarme dejando justo en este momento.
–Y esos ojos tuyos, tampoco son normales.
–¿Qué tienen mis ojos? – gruño.
–Son exageradamente grandes, no es normal que alguien tenga los ojos tan grandes.
Siento que las mejillas se me ponen calientes de la rabia que tengo justo ahora, ¿En qué momento fue que decidí que John era el hombre para mi vida?
–Morgan, no te acerques tanto o te juro que voy a llamar a la policía – él saca el celular y lo levanta, pero él es demasiado idiota y yo estoy encabronada, asi que en un movimiento rápido le arrebato el celular y lo tiro contra la pared.
–Dime que no es cierto – le pido.
–Por favor – pone las manos en alto y parece que va a llorar.
¡Es un jodido cobarde!
–En quince días es el matrimonio de Kate – mi hermana – prometiste que irías conmigo, te han apartado un asiento, te han guardado un recuerdo y te aseguro que tambien te darán pastel, asi que no puedes dejarme justo ahora, yo no voy a pasar la humillación de ir sola al matrimonio de mi hermana.
–Lo siento, le enviaré un regalo a Kate – dice con la voz temblorosa.
Voy a pegarle, juro que voy a hacerlo, pero antes de que pueda golpearlo, él se escabullé por un lado, abre la puerta del departamento y sale corriendo.
–¡Estás loca, Morgan Bell! – me grita –¿Oíste? Estás loca de remate, ¡ningun hombre jamás soportaría estar contigo! Eres un peligro para la sociedad.
Yo lo escucho, me agacho, me quito el zapato de tacón y se lo tiro directo a la cabeza, pero él cierra la puerta antes de que pueda golpearlo, cosa que lamento profundamente, porque me habría encantado verle la marca de mi zapato estampillada en la cara.
Me quedo a solas en el departamento y vuelvo al espejo, ya no me veo tan bonita, me falta un zapato, el vestido se desacomodó y mi pelo se esponjó.
Voy a la nevera, saco un bote de helado de macadamia, me siento en el sofá, enciendo el televisor y me pongo a comer como una solterona desesperada, no se supone que asi seria mi noche, se supone que en este momento yo debería estar cenando una comida maravillosa al lado de mi novio de tres años. No es justo que todos mis planes se arruinen, se suponía que íbamos a tener una familia, un par de hijos, se suponía que compraríamos una casa, y lo más importante de todo, se suponía que iría conmigo al matrimonio de Kate.
¡Mierda! El matrimonio. Kate va a odiarme cuando se entere de que voy a ir sola, le voy a dañar todo su esquema de asientos y mesas.
Pienso en la pequeña Kate y me doy cuenta de que no es justo, no es justo que mi hermana menor vaya a casarse y que yo vuelva a estar soltera, asi no deberían ser las cosas. Aunque no sé qué tan feliz sea Kate, no conozco a su novio, y hace mucho tiempo que me mude lejos de ella y de mamá.
Para matar la tusa que siento y evitar ponerme a llorar, agarro el celular y lo desbloqueo, entro a I*******m y busco el perfil de Kate, ya es hora de conocer un poco más del futuro novio de mi hermanita.
–Te tengo, Kate – digo mirando la pantalla.
Reviso la cuenta de Kate desde el perfil falso que me cree en I*******m hace un par de días. Kate nos tiene bloqueados a toda la familia de sus redes sociales, y no quiero quedarme con la curiosidad de conocer a mi nuevo cuñado.
Encuentro una foto de ella junto a un hombre, ambos sonríen a la cámara como idiotas, aunque los dos son muy guapos no dejan de darme asco, todo lo que signifique amor en este momento lo odio.
Doy clic sobre la foto y veo el nombre del futuro esposo de Kate.
Jared Walker – dice en Mayúscula.
Y justo cuando creo que mi vida no puede ser peor, la vida me demuestra que si se puede. No, Kate no puede casarse con Jared. Es imposible que mi hermana menor vaya a casarse con mi amor platónico de la secundaria.
¡No puedo permitirlo! ¡Ni de coña!
Dos años después. Entro en la cafetería que se ha convertido en mi favorita, pido un croissant de chocolate, un latte caliente sin azúcar porque con el chocolate es suficiente, y entonces me siento en una de las mesas de la ventana, me gusta ver a las personas pasar, las caras sonrientes, aquellos un poco más despistados y los que caminan con alguien de la mano que les hace olvidar que alrededor hay un mundo.–Aquí tiene, señorita – la mesera deja mi pedido en la mesa y yo me llevo el croissant a la boca mientras respondo al mensaje que Oscar me acaba de dejar.Está deprimido porque terminó con Samuel, han pasado casi seis meses desde que no sabe de su exnovio, incluso yo me tuve que ir de viaje con él para intentar quitarle de encima la depresión, pero no lo supera, dice que Samuel es el amor de su vida y que no sabe como vivir sin él, yo le d
Alguien toca desesperadamente a la puerta de mi departamento.–¡Ya voy! ¡Ya voy! – grito mientras camino con mi taza de café matutina en la mano y atravieso el pasillo – ¡Jesús! ¿Por qué las personas no tienen paciencia hoy en dia? – pregunto en voz alta, a pesar de que estoy segura de que yo soy la persona con menos paciencia en el mundo. Me arreglo la bata que tengo puesta sobre el pijama y entonces abro, Katrin Bell entra como una bola demoledora en el departamento, se ve furiosa, tiene los ojos rojos y parece capaz de matar a alguien.–¿Hola? – pregunto confundida mientras cierro la puerta.–¿A ti que diablos te pasa por la cabeza, Morgan? – pregunta poniéndose una mano en la cadera. Esto no está nada bien, si está diciendo palabrotas es porque de verdad está cabreada.–¿Quieres un poco de c
–No tienes que hacerlo si no quieres – escucho la voz de Oscar que se acerca a mi por detrás. –¿De qué hablas? – le doy un sorbo a la copa de champaña y me quedo admirando el paisaje al tiempo en que él se une a mí. –No tienes que casarte si no quieres hacerlo.–¿Quién te dice que no quiero hacerlo?–Tal vez el hecho de que todos están allá celebrando y bebiendo champaña como si se hubieran ganado la lotería y tu estás aquí a solas, mirando a la nada mientras te embriagas.–Solo necesito un minuto para poner todo en orden – chasqueo la lengua.–Ni siquiera todo el tiempo del mundo hará que lo ames – lo miro con el rabillo del ojo, no puedo creer que me este diciendo esto justo ahora – ¡No me mires asi! Y perdóname por ser tan sincero, Morgan
Llego a mi edificio y me quito los zapatos, los tacones me matan los pies a pesar de que son bajitos, pero es que el dia de hoy estuve haciendo mil cosas diferentes, corriendo de un lado a otro, esto de la popularidad con todo lo del concurso comienza a ser un poco tedioso, todo el mundo quiere trabajar conmigo y yo no sé cómo explicarles que no puedo multiplicarme y que por desgracia ya tengo todos los cupos llenos hasta dentro de dos meses. Por lo menos el jefe está contento y me lleva café a la oficina a diario.Abro la puerta del departamento y dejo las llaves sobre la mesita de la entrada, me quito el blazer del sastre que estoy usando y tiro mi bolso en cualquier sitio, necesito ir hasta la habitación para darme un buen baño de burbujas, me lo merezco, ha sido una buena semana, pero tambien me siento cansada.Cuando llego a la habitación frunzo el ceño al ver una caja de color blanco sobre la cama, ¿S
–¡Cariño! Ábreme la puerta – toco al timbre del departamento de John mientras busco la copia de las llaves que me dio. Mi bolso es un completo desastre, es grande y tiene espacio para toda la basura que me gusta coleccionar – ¡John! – grito desde afuera, a riesgo de que los vecinos salgan a regañarme por escandalosa.¡Agh! Tiro el bolso al piso y me pongo en cuclillas mientras busco las malditas llaves, ¿Dónde están? Lo único que veo son cajas vacías de chicles de menta, bolígrafos, colores que hace mucho estaba buscando, toallitas Kleenex, y …–¿Qué estás haciendo allá abajo? – la puerta se abre y John asoma la cabeza.–Buscando las llaves, no sé dónde las metí – estoy frustrada, cansada y desde todo lo que pasó con Jared me he sentido caminando sobre arena movediza,
Siento como si algo me estuviera halando el corazón afuera del pecho, como si estuviera siendo desgarrado o peor aún, como si me estuvieran matando con un cuchillo filado que entra por mi espalda de forma dolorosamente lenta. Sé que sueno un poco exagerada, pero asi es como me siento justo ahora, este es el problema de la nostalgia, que puede llegar a ser más dolorosa que la misma tristeza, esta nostalgia me ha traído a todo lo que vivimos juntos y a lo mucho que estuve echándolo de menos.Patino como puedo hasta las gradas y me quito los patines, los dejo a un lado y me pongo los zapatos que estaba usando, no tengo nada que agarrar porque he entrado sin nada en las manos, asi que lo único que me resta es decir adiós por una ultima vez.Jared se acerca a mi en silencio, yo lo miro y frunzo el ceño, ¡Diablos! Nunca he sido buena con esto de las despedidas, en un mundo tan grande me cuesta creer que nun
Último capítulo