El viaje de regreso fue tranquilo, pero Céline no dejaba de pensar en ese aroma extraño que sintió en Kilian la noche anterior. Era sutil, diferente. No se parecía a ningún perfume que ella tuviera. Intentó ignorarlo, pero su mente no cooperaba.
Esa madrugada, cuando él se quedó dormido profundamente, ella se deslizó fuera de la cama con cuidado. Revisó su ropa con discreción. No encontró labial, ni marcas. Solo una ligera humedad en su ropa interior que no terminaba de encajar. Suspiró. Me estoy volviendo paranoica, se dijo.
Kilian no la engañaría. No allí. No después de todo lo que habían vivido en ese viaje.
Volvió a acostarse. Lo acarició con suavidad, y notó que él respondió de inmediato. Su cuerpo se pegó al de ella, y por un segundo, la duda volvió a asomarse. Pero ella le susurró:
—Tranquilo… estás cansado. Mañana, amor.
Y se durmió entre sus brazos.
✦
Por la mañana, claro que lo hizo. Y muy bien. Últimamente, Kilian estaba desbordado de pasión. Había algo más crudo en sus mov