La mañana comenzaba a filtrarse con timidez por las ventanas del hotel, y Céline todavía sentía en la piel el calor del abrazo con el que Matthias la había sorprendido al amanecer. Después de la emoción inicial y unos minutos envueltos en sonrisas y caricias silenciosas,comenzaron a desayunar.
Desayunaban en la cama, entre sábanas desordenadas y el tenue resplandor que se colaba por las cortinas. Céline estaba recostada sobre el regazo de Matthias, su cabeza apoyada en su muslo mientras él, con paciencia y ternura, le daba trocitos de fruta con los dedos. Ella jugaba a atraparlos con los labios, a veces con una sonrisa burlona, otras con una mirada que decía mucho más.
—¿Y cómo lograste aparecerte tan temprano? —preguntó ella con voz aún ronca por el sueño.
—Cancelaron el compromiso que tenía esta mañana. Vi el primer vuelo disponible anoche… y lo tomé. No quería esperar otro día más —respondió, besando suavemente su frente.
Céline lo miró desde abajo, sus ojos brillando con compl