—Por ahora, exactamente igual, Aurora. ¿Tú crees que si hubiera habido otra solución en treinta años, tu mamá no hubiera vuelto? ¿Crees que ella y tus abuelos no buscaron una mejor opción? Puede que su primera decisión haya sido precipitada, pero créeme cuando te digo que, durante años, quisimos cambiar la situación. Sin embargo, por tu seguridad y la de ella, tomamos estas decisiones. Y te lo digo ahora —quizás suene duro—, pero no quiero que empieces a fantasear con imposibles y termines cometiendo errores, que conviertas en vano todos los sacrificios que se hicieron en tu nombre.
Nosotros siempre vamos a querer lo mejor, lo más seguro para ti. Y ahora, y por los próximos dos o tres años, lo más seguro es que te quedes aquí, con nosotros. Si en algún momento eso cambia, créeme, serás la primera en saberlo. Pero no puedo —no podemos— permitir que cometas ningún error. No podemos tirar a la basura lo que hizo tu madre. Perdón si estoy siendo duro y matando ilusiones. Sé que es difícil.