—Un poco, ¿por qué?—Tus abuelos y yo estuvimos sin comunicación una semana. Ella iba a visitarlos todos los sábados, sabíamos que estaba cansada y quería irse. Así que, cuando no llegó a casa, llamamos. Ella dijo que había decidido quedarse, pero también dijo: “En una semana, si quiero ir con ustedes, vengan por mí. No importa que no les conteste. Cuando vayan a venir, duermo mucho.”Luego le dijo algo que le sonó muy raro a tu abuela: “Mamá, ¿te acuerdas de que las hormigas, cuando sienten peligro, corren y le avisan a las demás, y van todas, no importa si es una falsa alerta?” Ella le preguntó qué tenía que ver eso, y tu madre respondió que, ahora que tenía mucho tiempo libre, estaba leyendo los libros que tu abuelo le compró cuando era pequeña, para enseñárselos al bebé, y que le parecía curioso cómo las hormigas muchas veces se guiaban por instinto. Y le colgó.Los siguientes tres días, él era quien respondía los mensajes o las llamadas de sus padres diciendo que ella estaba du
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