Capítulo 4: REGLAS PRIMERO, PREGUNTAS DESPUÉS.
Me desperté más temprano de lo que debía, porque los nervios me comían.
Me vestí, ni siquiera pude desayunar: no me entraba comida.
¿Por qué estoy tan nerviosa?
«Solo es un nuevo trabajo… en otro país, con otro idioma, lejos de mi zona de confort».
Antes de salir del apartamento, recé, manifesté, le pedí a las hormigas que todo fuera para mi bien.
Mi tío me estaba esperando en la puerta de la oficina.
—Ven, Dante llegó antes. Dice que tenemos que leer el contrato.
«¿Por qué tendríamos que leerlo juntos?»
Entré a la oficina.
Dante estaba —y podemos decirlo— absolutamente fabuloso y buenísimo.
Pero tengo que dejar de verlo lindo. Esto no es bueno para mí.
Iba todo de negro.
Por el contrario, creo que a él no le gustó cómo me vestí.
Me miró de arriba abajo y negó con la cabeza.
Me miré.
¿Qué de malo tenía?
Llevaba un vestido largo negro con rosas, con una apertura discreta en la pierna.
Para mí no era escotado. Tampoco es como si pudiera ocultar mi busto… ni me diera la gana.
Un