— Axel… — escuchó medio adormilado, de nuevo estaba soñando con aquella mujer dulce, de cabello castaño y ojos color sol.
— Freya… — gimió de dolor, mientras abría sus ojos y encontraba a la mujer de su sueño de pie, junto a él — ¿Eres tú o es otra ilusión?— ¿Ilusión? No, Axel. Soy yo, Freya… Aquí estoy… — le acarició suavemente el rostro moreteado.— ¡Maldición! — se quejó él, cayendo en cuenta que si era la verdadera Freya — No quería que supieras nada, no quería que te sintieras culpable.— ¿Culpable? ¿Cómo que culpable?— Pues por esto… — se señaló Axel así mismo.— ¿Culpable? — repitió incr&eacu