—Jack… —un grito lejano lo obligó a apartar la mirada de la pantalla del celular y buscar con ansiedad el origen de la voz.
Había intentado comunicarse con Axel por tercera vez, pero no lo había logrado. Su llamada iba directamente al buzón de voz. La bonita sensación con la que había salido de la sala de partos se disipaba, dando paso de nuevo a la preocupación.
—¡Andrew! —giró rápidamente al escuchar la voz que lo llamaba desde la entrada del hospital—. ¿Has hablado con Axel? Tengo que decirle… decirle que Freya ya…
—¿Aún no lo sabes? —lo interrumpió Andrew, con el rostro desencajado—. Axel prácticamente acaba de estrellarse contra el auto en el que iban Kate y Sorni.
—¿Dónde está? —preguntó Jack, sin tiempo para asimilar la noticia. De nuevo, su hermano había regresado al hospital.
—Voy para allá —respondió Andrew, señalando con el dedo la dirección que debían tomar.
Ambos hombres se dirigieron a paso presuroso hasta el ala de urgencias. En medio del bullicio, lograron reconocer a