Jack Trembley le debía esta vida y la otra a su hermano, y lo que estaba a punto de hacer quizá saldaría todas sus deudas.
Metió la mano bajo la solapa de su abrigo y, en un movimiento sutil, desbloqueó su teléfono antes de extendérselo a Axel. Lo miraba fijamente, casi sin parpadear, con todos los sentidos en alerta, preparado por si a Axel se le ocurría tener algún tipo de colapso frente a él.
Axel estiró la mano; todo su cuerpo temblaba y no podía controlarlo. Abrió el buscador y solo atinó a escribir ese único nombre que parecía perseguirlo: Freya Baker.
Un largo historial de noticias se deslizó ante sus ojos: desde la publicidad de la renovación de la marca de la compañía, hasta el escándalo de hacía ya más de tres años sobre un hijo de paternidad dudosa.
El mundo de Axel se aceleró bajo sus pies. Tanto, que tuvo que apoyarse en la pared más cercana. Miró directamente a los ojos de su hermano, que ya no tenían su habitual tono celeste. Ahora estaban oscuros, expectantes. Y allí,