Un buen padrastro. 

Sí antes Maximiliano creía que había sido engañado por Isabella, ahora lo que verdaderamente sentía es que fue burlado y por más que le exigió que desmintiera que ella no es la prometida que ha dicho Oliver, ella lo ignoró.

—Dime que todo es un invento de este…— demandó a medida que señalaba a Oliver, y se mordió la lengua para no llamarlo de manera insultante.

«Oliver ya sabe quién soy realmente, debo hablarle para que entienda por qué decidí ocultar mi identidad», analizaba Isabella evadiendo las reclamaciones de Maximiliano y sin pensarlo dos veces agarró el antebrazo izquierdo de Oliver y lo sacó del departamento.

Se retiraron dejando a Maximiliano con la furia haciendo ebullición dentro de su torrente sanguíneo, tan enfadado estaba que una vena se le alteró en la frente y los ojos se le pusieron sumamente rojos.

—¡No soy más que un maldito chiste para ella! — rezongó histérico y Emiliano fue llevado a la habitación por la niñera que también estaba expectante de todo allí.

Oliver
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