Los villanos no ganan todo el tiempo.

Maximiliano estaba inquieto y veía el reloj en su muñeca una y otra vez; recostado de su auto esperaba en el estacionamiento por Isabella, y aunque había entrado varias veces a buscarla los agentes le pedían que debía esperarla fuera.

—¡Me desesperas cada vez que miras ese jodido reloj! — le reprochó Oliver quien había ido también.

—No sé para qué demonios estás aquí— rezongó Maximiliano con evidente molestia. Hoy le causaba envidia que él fuera a llevarse el triunfo por haberla ayudado a salir de prisión, le reconoce el mérito pero que quiera aprovecharse de eso para brillar delante de Isabella lo pone loco de celos.

—Qué no se te olvide Gil, Isabella sigue siendo mi prometida— le dijo Oliver para fastidiarlo, pues ya sabía que esa mentira morirá pronto.

—No por mucho, créelo, Isabella pronto será mi esposa— le estrujó a la cara y Oliver soltó un bufido.

***

Gracias a las evidencias Isabella había sido declarada inocente y pronto le darían su libertad, pero antes
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