Damián.
El sonido en el pasillo había sido lo suficientemente fuerte como para sacarme de mi habitación. No esperaba ver nada fuera de lo común, quizás una pelea menor, un altercado típico entre los más jóvenes de la manada que aspiraban a convertirse en guardias.
Pero entonces lo vi.
Kael estaba transformado y tenía los ojos rojos como la sangre. Su estado era salvaje, y me quedé en shock. Él se convirtió en esa bestia aterradora, completamente perdida en el instinto más primitivo de su maldición, lo que más me aterraba.
¿Por qué perdió el control? ¿Le pasó algo a Celeste? ¿O la bruja nos atacó…?
Y frente a él… Vi el cuerpo de Sebas tirado en el suelo.
El hombre que había sido como un padre para mí y me enseñó todo lo que sabía sobre la vida y la medicina.
—¿Q-qué? —susurré para mí mismo.
Mi cuerpo se paralizó. Las lágrimas nublaron mi visión antes de que siquiera pudiera reaccionar. Todo sucedió demasiado rápido. El mundo fue cruel conmigo, y sobre todo con Sebas.
Me lo arreb