Kael.
La sala de reuniones estaba cargada de tensión, el aire se puso denso con el peso de la noticia. Nolan, Sebas y Oliver ya estaban sentados, sus miradas reflejaban la misma inquietud que sentía en mi corazón.
El tiempo estaba en nuestra contra, porque pronto aparecería la luna llena y yo no podría hacer nada.
—¿Dónde está Marcela? —Miré la hora en mi celular—. Se está tardando un poco…
—Estaba bañándose, estoy seguro de que ya viene en camino —respondió Oliver, defendiendo a su mate, como era de esperarse—. ¿Cómo pasó?
Tensé la mandíbula. Recordar ese preciso momento me ponía los pelos de punta.
—Cinco minutos estuve lejos de ella… —susurré, lamentando mi descuido—. Y no llegué a tiempo. Ya se la habían llevado.
—Lo siento tanto, Kael —Se compadeció de mí.
—No es momento de lamentos. Hay que enfocarnos en encontrar a Celeste rápido si no queremos que las cosas se pongan peor —intervino Nolan, con un tono autoritario.
La puerta se abrió de golpe. O más bien, casi fue derri