Celeste.
Era mediodía y me encontraba caminando por el pueblo como de costumbre. El cielo empezaba a ponerse nublado, supuse que pronto iba a llover.
En el camino, Nolan me saludó a lo lejos y de repente empezó a correr hacia mi ubicación, así que me detuve.
—¡Celeste! —exclamó, en un jadeo—. ¿Has visto a Marcela? Llevo días buscándola y simplemente no la encuentro.
—Eh… ¿Tú estás buscando a Marcela? —Fruncí el ceño, confundida—. Creí que ninguno quería ni verse.
Nolan suspiró, rascándose la nuca y arrugando cada línea de su rostro preocupado.
—Verás, he estado reflexionando durante este tiempo y necesito resolver las cosas con ella —murmuró, con las mejillas rojas—. Marcela es una buena mujer. Ella se merece una disculpa de mi parte.
Abrí los ojos.
—¿Quién demonios eres y qué hiciste con Nolan? —Me horroricé.
Ese tipo se estaba comportando diferente. Nolan era más de pensar en sí mismo antes que pedirle disculpas a una chica por haberla usado.
Él jugaba con todas, y era con