Gail.

Me encontraba francamente confundido.

Fui directo a la zona del patrullaje de Ti después de que Déborah me dejara en el sitio de los funerales para Alfas y Lunas.

-¿Qué sucede, muchacho?

-Yo... debo salir. ¿Te encargarías de todo por unos días?

Sus cejas se elevaron.

-Puedo hacerlo. ¿Qué hay del entrenamiento de la pequeña Luna?

Mierda.

Él se echó a reír.

-Te cubro, Raptor. Ve a donde sea que debas ir.

-Te debo una.

Con eso me transformé y corrí a la salida de la manada.

Bo llegó a la manada el día anterior y me dió una ubicación aproximada de en dónde se encontraba nuestro Alfa, por lo que me dirigí directamente hacia el Sur.

Durante el primer día tuve la mente en blanco; solo me concentré en mi respiración, cocinar y comer la pequeña presa que Cleo me consiguió. Ni siquiera dormí esa noche. No porque no quisiera, sino porque realmente no quería analizar todo el asunto a profundidad y los sueños pueden llegar a traicionar.

Como por ejemplo, la vez que soñé que mi Abi bajaba
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