Capítulo 10.
Esa noche me explicó que íbamos a seguir el mismo ritmo que sus compañeros de manada: Un día entrenaríamos agilidad, al otro fuerza, al otro destreza... en fin, no le seguí el ritmo cuando lo dijo porque me quedé atascada cuando habló sobre mi "graduación".
-¿Un qué?
-Un oso. - Dijo sin darle importancia a mi estremecimiento. - Tranquila, te conseguiré uno porque sé que no hay en este territorio.
Esperaba que estuviera bromeando.
Había descubierto que tenía un retorcido sentido del humor. Quizá solo disfrutaba mi cara horrorizada.
En fin.
El entrenamiento consistió en correr por los alrededores tratando de esquivar a los guardias usando mi nariz. Fue mucho más sencillo decirlo que hacerlo.
Arrastré mi muy adolorido cuerpo a casa, aunque sabía que no sería el final de mi día.
Me di un baño breve antes de dirigirme a la zona del bosque en donde los cinco enviados del Alfa decidieron acampar.
-Buenas noches, pequeña Luna. - Dijo el señor Ti cuando me anuncié. - ¿Necesit