Narra Chloe Wheeler
Ese momento con Max era todo lo que necesitaba para comenzar a revitalizarme. Me había tratado como una reina, como nadie lo había hecho como pareja y en menos tiempo del que había durado antes con alguien. Esa mirada me lo decía todo, no necesitaba ver más para darme cuenta de que él era el hombre de mi vida.
Max se acercó a mí para masajear mis hombros con delicadeza.
—Es hora de irnos —dijo y me volteó para darme un tierno beso que yo recibí gustosa.
Yo intentaba por todos los medios tomarme todo esto con calma, pero mi estómago se encogía de solo pensar en Nate, en su maldad que no tiene límites.
Yo todavía llevaba la ropa que Max me había prestado… esa camiseta que me quedaba un poco grande y los pantalones que tuve que ajustar improvisadamente. Dios… cada vez que me miraba al espejo o de que recordaba cómo iba vestida, envuelta en su ropa, no podía describir ese calor en mis mejillas con un dejo de enternecimiento y vergüenza a la vez.
Por más incómoda que me