Mundo ficciónIniciar sesiónChloe Wheeler nunca imaginó que a tan solo dos días de su esperada boda, su mundo se quebraría en mil pedazos tras descubrir la infidelidad de quien siempre creyo amar… su prometido Nathaniel Donovan. Decidida a recuperarse de tal golpe, renuncia a todas sus convicciones, a lo que ella había sido hasta ese momento, cambiando su identidad de persona y se embarca en un viaje de libertad o más bien… ¡de venganza! En su vengativa búsqueda, encuentra a su ex cuñado Maxwell Donovan, a quien solo conocía de lejos, y quien siempre había sido un total misterio para ella; un hombre que está marcado por sus propios demonios internos y lucha por reconstruir su vida de un trágico pasado. La noche en que lo conoce, Chloe comienza a maquinar su retorcido plan acercándose al hermano de su ex para destruir a la familia Donovan. Sin embargo, a medida en que su relación con Max se profundiza, la telaraña de mentiras se hace más grande y la perjudica más que beneficiarla, Chloe no solo pone en peligro su vida, sino que también el amor comienza a florecer y a dar frutos. ¿Acaso Chloe y Max, estarán a punto de experimentar el amor en medio de la inmensa sed de venganza?
Leer másNarra Chloe Wheeler
Mis manos temblaban mientras sostenía las pruebas contundentes de lo que mi mente ya intuía ¡Nate, mi prometido desde hacía dos años, tenía una amante!
Pero no era cualquier amante, no…
Para añadir más sal a la herida, era Ella. Tanya Parker, la mujer a la que durante diez años había considerado como mi mejor amiga ¡Diez malditos años!
El mundo parecía desmoronarse bajo mis pies. Esas múltiples fotos, junto a las impresiones de los chats… todo lo obsceno que el investigador privado me había compartido que había ocurrido durante los meses de mi recuperación del catastrófico accidente que casi acaba con mi vida, hasta justo hoy en la mañana, diciéndole: “Buenos días, mi gata salvaje”.
Esos infernales mensajes ahora parecían quemar las palmas de mis manos y mis retinas, mientras los miraba con el desprecio hirviendo en mis entrañas.
«¿¡Cómo pudiste, Nate!?», pensé mientras lancé las pruebas y gritaba con rabia. Todo voló y calló frente a mis ojos, pero yo solo podía concentrarme en el agudo dolor que me desgarraba el pecho.
Lo único que realmente a lo que mi mente prestaban atención era a los caudales de lágrimas que brotaban sin control de mis ya hinchados ojos. Cada gota deslizándose por mis pálidas mejillas solo me recordaba lo vacía que me sentía por dentro.
Mi mente se encargaba de bombardearme sin cesar con esos pensamientos intrusivos que parecían cuchillos, tan molestos como la revelación misma de mi miseria.
«No fuiste suficiente, Chloe».
Luego otra punzada…
«Tu fealdad es la causante, Chloe».
Otra daga más…
«De seguro algo te faltó para dar en la relación ¡Chloe!».
Mi cuerpo temblaba, el dolor era insoportable, parecía que mi mente y cuerpo estallarían allí mismo sin darme tregua alguna, porque estaba convencida de que todo quise hacerlo bien para él, para nosotros.
Con un sollozo, el autodesprecio se deslizó lentamente por mi garganta y entró directo a mi alma.
Todo lo que alguna vez pensé que era cierto, todo lo que siempre creí de mi misma se rompía, mientras me cuestionaba qué había hecho mal y hasta terminaba queriendo justificarlo por lo que había pasado.
Incluso miré las fotos de Tanya, ella siempre luciendo liberal, mostrando sus escotes provocativos, saturando su rostro de maquillaje y mostrando al mundo su cuerpo a traves de esas minifaldas o ropa ajustada que yo siempre le critiqué en forma de consejos, diciéndole que nadie la tomaría en serio si era así.
«Ella es todo lo que Nate una vez me dijo que detestaba, incluso me dijo que era vulgar y corriente ¡Ahora sí que no comprendo nada! Él se comenzó a convertir en un total desconocido».
Mi mente daba vueltas y vueltas, queriendo encontrar una palabra lógica que me ayudara a resolver el misterio. Lo culpaba, me culpaba, la culpaba a ella, pero al final la respuesta era ambigua y me seguía dejando en las penumbras de la incertidumbre.
En un momento de descanso, me quedé allí, en silencio, solo con el eco de mi propia miseria haciendo estragos en mi cabeza, hasta que el timbre sonó y mi corazón casi se salía de mi pecho… De seguro era él, que venía a buscarme a la misma hora —justo cuando salía del trabajo—, no me sentía lista para encararlo y decirle de frente que ya me había enterado de su infidelidad de año y medio.
Me levanté de golpe y corrí hacia el lavabo, el temor se apoderó de mi pecho. El insistente sonido del timbre me avisaba que él ya se estaba desesperando mientras yo me lavaba el rostro, lo secaba para luego aplicar un poco de delineador y rimel, todo con tal de intentar cubrir un poco de mi desgarradora pena.
De pronto mi celular comenzó a vibrar… me sobresalté.
Mi amor, ese era el nombre de contacto que por cinco años había permanecido registrado para su número… Ahora se sentía como el error más grande de mi vida.
Mi corazón parecía quererse salir de mi pecho, no sabía cuanto temor le tenía a su enojo, a saberlo impaciente por mi causa, pero el dolor a flor de piel me dio un poco de valor para tomar fuerzas de no responderle y hacerlo esperar lo que fuera necesario.
El timbre dejó de sonar para convertirse en golpes secos que parecían taladrar mis oídos mientras yo me ataba el cabello en una coleta. A él le encantaba verme con moños, nunca con el cabello suelto y rebelde; me di cuenta de cuanto influía el en mí solo con sus juegos de palabras enforma de crítica.
Era como si una venda se estuviera desenvolviendo de mis ojos, mientras los golpes en la puerta continuaban.
— ¡Abre esa puerta, sé que estás allí! ¿Qué carajos te pasa, Chloe? — la grave voz de Nate me decía que echaba rayos y perforaba mis oídos.
Claro, él estaba extrañado con mi comportamiento, yo que siempre estaba al segundo cuando él me necesitaba, conmigo nunca se vio en la necesidad de esperar, jamás.
Pero hoy no me importaba… no esta vez.
Me di un último vistazo al espejo, me esforcé para que mi rostro luciera más sereno de lo que en realidad me sentía por dentro, aunque la rabia estaba allí al rojo vivo, como lava a punto de ebullir de un volcán.
Respiré hondo…
No era el miedo hacia él lo que me afectaba, no… era la rabia contenida, las palabras no dichas, los gritos ahogados durante años queriendo agradarlo, cinco años a la basura en un segundo.
Hoy todo iba a cambiar.
Caminé hasta la puerta de entrada de mi apartamento de soltera, aunque en ese instante se sentía más como una trinchera. Al abrirla me golpeó la presencia de Nate.
Ahí estaba, de pie, vestido a la moda, con esa mirada fulminante que había aprendido a temer. Arrogante, como si él fuera el ofendido en esta situación.
¡Ja! Como si yo estuviera dispuesta a seguir siendo su marioneta.
— ¡¿Pero qué m****a de pasa hoy, Chloe?! ¿Acaso estás idiota? ¡Sabes que detesto esperar! — espetó en un gruñido iracundo con la cara roja como un tomate, a lo mejor esperando una explicación y que agachara la cabeza sumergiéndome entre miles de disculpas.
Apreté los labios sin dejar de mirar su “pulcra” imagen. No le respondí… no con palabras, al menos.
Reaccionando sin pensar, mi mano voló en el aire y el sonido estridente de la bofetada dura y clara en su mejilla dejó en claro todo lo que opinaba sobre nuestra relación.
Nate me volteó a ver, boquiabierto, con la sorpresa impregnada en su rostro e indicios de ira.
Ese era el comienzo del final… O eso esperaba.
Narra Maxwell DonovanComo si de una correntada de agua se tratara, el tiempo pasó demasiado rápido, exactamente dos meses desde que habíamos encerrado a Nate en su propio infierno, ese en el que merecía permanecer aun después de la muerte.En cuanto la familia Donovan se enteró de lo que había acontecido y vivió lo del juicio, lo de la condena, más como se lo había encontrado en su celda… colgado con una soga, ni siquiera hubo luto…literalmente nadie lo lloró, ni siquiera lo recordamos con cariño hasta el día presente.Para la familia, luego de saber todas esas atrocidades de lo que fue capaz de hacer, ya no existía, no se hablaba más de él, borrando cualquier vínculo que un día pudimos haber tenido con Nathaniel Donovan.Y a diferencia del tétrico destino que él había elegido para su vida, yo sí había encontrado por quien vivir, a quien cuidar… a mi amada Sasha, mi razón de ser.En esos dos meses de relación, nos dimos cuenta de lo mucho que podíamos llevarnos bien, solo discutíamos
Narra Sasha WheelerNo podía descifrar nada con esa expresión de Max, hasta que sus comisuras se enarcaron mostrándome una amplia sonrisa que me dio un dejo de paz. Se levantó y sin previo aviso me levantó entre sus brazos mientras reía como un loco empedernido.—¡Vamos a ser padres, mi vida! —exclamó mientras me besaba en la frente—. Te amo, Chloe, Sasha, como desees llamarte ¡Te amo! Y por supuesto que esperaremos con ansias al fruto de nuestro amor. Hijo o hija, lo que venga.—Te amo, Max, eres lo mejor que me ha pasado en la vida —dije con las lágrimas desbordándose de felicidad en mi rostro.Max me hizo sentir tan segura en ese momento, que la angustia de hacía un par de horas se había esfumado.Lo primero que hicimos fue regresar al apartamento a dar la noticia. Leah soltó un grito de “lo sabía” y corrió a abrazarme. Su novio también me estrechó la mano con sinceridad y un cálido “felicidades.Max y yo decidimos que tomaríamos ese día e iríamos con mi familia y la de él al fin, p
Narra Chloe WheelerLos días precedentes al gran suceso fueron un cúmulo de declaraciones, salas gélidas y flashes de cámaras de los periodistas. Lo que más me causaba impacto era que la familia Donovan estaba ahí, incrédulos de todo lo que se le acusaba a su querido Nate.Mi mente aun no podía creer cada testimonio de una, otra y otra chica que parecía ser un eco de lo que yo había vivido. Mujeres llorando, describiendo como Nate había destruido sus vidas.Incluso subió al estrado una familia entera, destrozada que hablaba de su hija desaparecida hacía años de años, antes de que yo me involucrara con Nate. Estas personas hasta habían abierto un caso e hicieron una investigación con pruebas que apuntaban a una propiedad de él.Yo estaba sentada, escuchando todo eso y mi corazón dolía con cada testimonio. Cada palabra que escuchaba me hacía estremecer de impotencia, pero también me fortalecía el hecho de pensar en que no estaba sola… tenía a Max y a mis amigos que me apoyaban.No quise
Narra Chloe WheelerYo nunca hubiera imaginado que la palabra “justicia” podía llegar a ser más amarga que la hiel, pero lo comenzaba a comprobar… era evidente que Nate había sido lo peor que me pasó en la vida.Durante un par de días, nos la habíamos pasado en ese cuartel frío pero acogedor a la vez. Mis uñas ya estaban carcomidas por la ansiedad, lo que planeábamos para Nate podría salir muy bien… o terriblemente mal, pero no teníamos opción, al menos, yo no.Tanya prácticamente se había ofrecido de carnada humana, arriesgando lo poco de vida que tenía, según sus palabras. Yo por mi parte, no sabía si darle un premio de admiración o de compasión por lo que había aceptado hacer.Ahí estaba ella, al otro lado del micrófono que tenía en su bolso, podía escuchar su vocecita fingida de tranquilidad, su risa forzada y esas palabras que Dios supiera de dónde le salían tan naturales. Solo de pensar en lo que hacía y poniéndome en su lugar, mi estómago se revolvía.—Aquí viene… —alcanzó a su
Narra Chloe WheelerTodo mi sistema estaba al borde del colapso, no pude más con mis tormentosas emociones. Me sentía confundida, desesperada, aun dolida, pero sobre todo… enfadada.Corrí para alejarme, ese fue mi primer reflejo de supervivencia. No soporté y aunque no conocía el lugar, lo primero que hice fue encontrar la recámara. Me cubrí el rostro y comencé a sollozar.Max y Leah fueron detrás de mí y yo solo quería creer que ver a Tanya, no era nada más que otra de mis tantas pesadillas, de las que tanto padecía en la cárcel. En cuanto supe que ellos estaban ahí, mi boca fue un mar de alegatas.—¡No! ¡No es posible! ¿Cómo mierda pudiste traerla aquí? ¿Cómo te atreves, Leah? Tú más que nadie sabe mi historia con esta mujer —espeté, con la garganta hecha un nudo.—Chloe… sé que no te lo esperabas, pero…—¡No quiero escuchar nada, Leah! ¡Nada que venga de ella! —mi ira estaba hablando más que mi razón, mi mente estaba tan nublada en ese momento que solo ansiaba salir corriendo lejos
Narra Chloe WheelerEl pasillo aglomerado con gente no me dejaba en paz. Pronto me di cuenta de que esa ansiedad no era normal, yo disfrutaba antes de todos esos entornos bulliciosos y llenos de gente, pero en el presente me causaba molestia y lo asimilé con tantos meses de encierro, realmente ese estado enloquece a cualquiera.Mientras salíamos a las afueras del centro comercial, con la bolsa del vestido que contenía las ropas de Max, sentí que la tormenta venía hacia nosotros… la que Nate nos tenía encima. Aunque, ese pequeño respiro me había devuelto un poco de vida y lo agradecía.Al fin caminamos un tramo más y encontramos la cafetería en la que Leah nos estaba esperando. La cafetería estaba muy expuesta, eso fue lo que pensé, dejándome guiar por mi instinto de supervivencia, pero junto a Max esperamos durante unos minutos hasta que yo noté aquella presencia.Leah llegó con su melena pelirroja, despampanante y esa sonrisa serena que nos dedicó desde la distancia. Nos saludó al in
Último capítulo