Narra Chloe Wheeler
Yo nunca hubiera imaginado que la palabra “justicia” podía llegar a ser más amarga que la hiel, pero lo comenzaba a comprobar… era evidente que Nate había sido lo peor que me pasó en la vida.
Durante un par de días, nos la habíamos pasado en ese cuartel frío pero acogedor a la vez. Mis uñas ya estaban carcomidas por la ansiedad, lo que planeábamos para Nate podría salir muy bien… o terriblemente mal, pero no teníamos opción, al menos, yo no.
Tanya prácticamente se había ofrecido de carnada humana, arriesgando lo poco de vida que tenía, según sus palabras. Yo por mi parte, no sabía si darle un premio de admiración o de compasión por lo que había aceptado hacer.
Ahí estaba ella, al otro lado del micrófono que tenía en su bolso, podía escuchar su vocecita fingida de tranquilidad, su risa forzada y esas palabras que Dios supiera de dónde le salían tan naturales. Solo de pensar en lo que hacía y poniéndome en su lugar, mi estómago se revolvía.
—Aquí viene… —alcanzó a su