Sabía que iba a ceder, que inevitablemente terminaría aceptando mi trato después de tanto insistir y perseguir. Porque en mi mente está claramente establecido que es solo mía, exclusivamente mía, de nadie más en este mundo lleno de ambiciones y traiciones.
Ella no se apartará de mi lado por ninguna circunstancia o motivo imaginable, jamás permitiré que la separen de mí ni por un instante. Ni la influencia de mi abuelo con sus exigencias, ni ninguna otra persona con pretensiones sobre ella, ni siquiera ese fantasma de su relación anterior, que seguramente debe estar escondido como una rata temerosa en algún rincón olvidado, podrán conseguir alejarla de mi presencia y mi protección.
Leyla Yilmaz me pertenece completamente, es exclusivamente mía y de absolutamente nadie más en este mundo.
Con el tiempo aprenderá a amarme con la misma intensidad y devoción con que mi madre aprendió a amar a mi padre. Me entregará su corazón entero, sin reservas ni dudas, exactamente como mi madre se lo en