POV DE PRIETO.
Veo como la mandíbula de aquel miserable se tensa, puedo observar claramente como sus puños se aprietan mientras las venas de sus manos se engruesan por la fuerza que hace. La rabia en su mirada me dice que está al borde de perder el control.
Por ello está atado con cuerdas que se hunden en su carne, dejando marcas rojizas que probablemente permanecerán por días, por esa razón está en esas deplorables condiciones, sucio y maltrecho en esta habitación húmeda y oscura, donde apenas se filtra la luz mortecina de una bombilla que parpadea intermitentemente, porque sabía que en cuanto me viera, y después de haber presenciado aquel momento íntimo con su mujer, se me vendría encima como una bestia salvaje sedienta de venganza, dispuesto a destrozarme con sus propias manos.
No es que no pueda detenerlo con mis propias manos. Puedo, claro que puedo hacerlo sin mayor esfuerzo, como quien aparta una mosca molesta del camino, solo que no es el momento adecuado de partirnos la tromp