Capítulo 23. El calor que perdí

Nicol se quedó viendo con sorpresa al hijo de Enzo, sobre todo esa mezcla de orgullo y amor que ella jamás había notado en él.

Ella observó a Pier con una mezcla de sorpresa e incredulidad, nunca había imaginado que Enzo tuviera un hijo. El niño era alto para su edad, con el cabello castaño, aunque con los ojos azules, distintos a los de su padre, quizás era herencia de su madre, pensó.

—Piero, bien sabes que no me gusta verte aquí… este lugar no es adecuado para ti —le dijo con seriedad y era así, había tratado, por todos los medios, de mantener a Pier fuera de la violencia de ese mundo. Había tratado de construir una pequeña burbuja en donde él podría crecer sin tener que preocuparse del mal existente.

“Es increíble” pensó por su parte Nicol “¿Cómo es que este hombre capaz de tanta crueldad puede ser tan cariñoso con su pequeño?”.

—Hola, señorita, mucho gusto soy Enzo Piero Ferrer, es un placer conocerla, me gusta su cabeza rapada—dijo el pequeño extendiendo la mano hacia ella quie
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