Capítulo 21. Que nada te detenga

El hombre se quedó viendo a Enzo, no podía creer en su palabra, tanto fue su sorpresa que no pudo contener su incredulidad.

—¿Es en serio? —preguntó el hombre.

—Yo nunca juego Lex, haz lo que creas conveniente, me da igual su destino, no vayas a creer que lo lamentaré, porque yo no le guardo ningún cariño —dijo con desprecio y el hombre lo miró con una mueca de asombro, abriendo la boca de par en par, hasta volver a cerrarla.

Enzo se río quedamente al ver la cara de sorpresa de Lex. Miro con desprecio al hombre y continuó.

—Recuerda Lex, todos me dan igual… la única persona que me importaba, era mi hermana y ya no está, el resto del mundo puede arder y a mí me dará igual.

—Bien, entonces me la quedaré —dijo el hombre sonriente—. Es hermosa, quizás a mi hijo le importe… aunque para eso necesito que me lo entregues… lo quiero ya mismo… me dijiste que se metió con alguien que era intocable para ti ¿A quién? —inquirió el hombre con los ojos entrecerrados.

Enzo solo lo pensó unos segundo
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