Capítulo 12. Un hombre muy cruel
Ziola ayudó a Nicol a vestirse, era un traje que usaban las mujeres del servicio, la trasladó al área destinada a Enzo como este había pedido. Cuando la chica entró, se quedó sorprendida del lujo que se exhibía hacia cualquier rincón que mirara y aunque ella se crio en una familia acomodada, nunca vio semejante opulencia.
—¿Dónde voy a estar yo? —interrogó y Ziola la acompañó hasta su habitación.
—Es esta, queda al lado de la del señor Ferrer —respondió la mujer y ella empezó a gritar.
—Yo no voy a estar a un lado de esa habitación, por favor ubícame lejos de ese señor —expresó con firmeza.
—No puedo llevarle a otro sitio —contestó la mujer con una expresión de tristeza.
—Por favor no me obligues a estar cerca de él —suplicó mortificada.
—No se preocupe, usted manténgase en su habitación, y nadie va a molestarla, si pudiera decidir donde llevarla, tenga la plena seguridad que lo haría, pero soy solo una simple sirvienta en esta casa.
Pese a su negativa, terminaron ubicándola en el do