Capítulo 38. Ecos de traición
Se separaron de sus hombres lentamente, sin dejar que él momento se perdiera. Dejaron que sus bocas se acostumbraran a la sensación de pérdida y soltaron un suspiro.
La hora de hablar y ponerse al día estaba tocando sus puertas, y las dos hermanas comenzaron a sentir un peso en sus hombros.
Elena fue la primera en hablar y sacar todo lo que llevaba guardado, a pesar de no ser su culpa.
—Perdóname por haberte dejado sola durante tanto tiempo. Por no ser capaz de ver la trampa que ese hombre me había tendido.
—No fue tu culpa —murmuró Rebecca—. Tú no sabías lo que él tenía planeado para las dos.
—Lo sé, pero si yo hubiera…
—Ya no te culpes, Elena —la interrumpió Edgardo—. Las dos fueron víctimas del egoísmo de ese viejo.
—Mi hermano tiene razón, regina mea.
Elena observó a su esposo con las lágrimas bajando por su rostro. Durante todo el tiempo que estuvo en coma la culpa la estaba carcomiendo día y noche, recordando que había dejado sola a su pequeña hermana con un hom