Capítulo 16. Llamas bajo el cristal
La noche caía sobre Buenos Aires como una cortina de terciopelo oscuro, salpicada de luces doradas que vibraban sobre el pavimento mojado. El cielo anunciaba tormenta, pero en el exclusivo casino de Edgardo Montenegro, todo era lujo, música suave y miradas ocultas tras copas de champagne. Rebecca, enfundada en un vestido rojo que delineaba su figura con provocativa elegancia, descendía las escaleras con la gracia de una reina y el corazón inquieto.
Edgardo, apostado junto a uno de sus socios en la zona VIP del salón principal, giró apenas el rostro al sentir su presencia. Como si un hilo invisible se tensara entre ellos, sus ojos oscuros la recorrieron desde los tobillos hasta el borde rojo de sus labios. Era suya, como lo había sido unas noches atrás, pero ahora, algo lo perturbaba.
—Rebecca —murmuró Elías a su lado, cortando el aire con una sonrisa encantadora—. Qué placer volver a verte.
Ella lo saludó con una inclinación suave de cabeza. Elías se veía impecable, como siempre,