Un par de preguntas más y Natalia sintió cómo su corazón comenzaba a relajarse. Alessandro lo hacía parecer tan fácil: en público, en privado, siempre preparado, siempre impecable. Solo ella había sido testigo de cómo perdía un poco de ese control perfecto, como esta noche en el dormitorio. Un escalofrío placentero recorrió su espalda al recordarlo, y permitió que sus labios se curvaran en una sonrisa apenas perceptible. Los flashes continuaban, cegadores, constantes, y aunque Natalia no era experta en posar, había aprendido a proyectar felicidad para las cámaras. Incluso si eso significaba pensar en Alessandro… y recordar ciertos momentos con un sabor agridulce.
Alessandro la miró de reojo como si leyera su mente, y su mano se deslizó un poco más abajo de su cintura. Natalia se obligó a mantener la sonrisa para la prensa, consciente de que cada gesto podía ser interpretado, y no podía permitirse revelar nada. Era impresionante, irresistible, y tan calculador como siempre.
Mientras gi