Morgan
Pasé por su lado sin mirarle, con la vergüenza ardiendo en mi cuerpo como si cada paso que daba fuera un recordatorio de mi propia estupidez. ¿Cómo había dejado que las cosas llegaran a este punto? Todo lo que quería en ese momento era desaparecer, meterme bajo una ducha fría y olvidar que alguna vez había pensado que salir con Stefan Corsetti a cenar era una buena idea. Mis pies me llevaron hasta la cocina, porque si no tomaba café pronto mi cerebro iba a apagarse por completo. Pero mi intento de fingir normalidad se fue al traste en cuanto entré y me encontré con varias miradas curiosas. —¡Pero si es la reina de la fiesta! —Bromeó Valentino con una sonrisa burlona mientras se apoyaba en la isla de mármol. Estaba demasiado relajado para alguien que probablemente había escuchado mis desastres nocturnos. —¿Dormiste bien, Morgan? —Bianca también se reía, aunque había algo más genuino en su sonrisa, como si realmente le