Morgan
Desperté con un dolor de cabeza infernal, de esos que hacen que el simple acto de abrir los ojos se sienta como un castigo. Mi garganta estaba seca, mi boca pastosa, y el mundo parecía girar lentamente incluso aunque mis párpados permanecían cerrados.Lo primero que noté fue el calor. Algo cálido y firme presionaba contra mi costado, un peso que me mantenía anclada en la cama como si alguien hubiera decidido aplastarme a propósito. Abrí los ojos.Parpadeé, intentando reunir la fuerza para moverme, para entender qué demonios estaba pasando. Pero fue en el momento exacto en el que giré la cabeza que mi corazón dio un vuelco violento.Stefan Corsetti.Su brazo tatuado estaba envuelto alrededor de mi cintura con la misma autoridad con la que se manejaba en cada maldito aspecto de su vida. Su rostro descansaba a escasos centímetros del mío, su respiración profunda y pausada, como si dormir en la misma cama que yo fuera lo más natural de