Capítulo 39
La noche cayó con una brisa fresca que acariciaba la ciudad por completo y la nueva casa de los Miles se vestía de una calidez inusual. Cuando Irina y Leone llegaron de la empresa después de un día pesado, con el cansancio colgado de los hombros, no se esperaban lo que encontrarían al abrir la puerta principal.
Un coro de risas infantiles rebotaba en las paredes del nuevo hogar y al entrar, Irina se detuvo por un instante completamente perpleja. En la sala, sobre una gran alfombra de pelos suaves, Gail jugaba entre cojines y figuras de peluche junto a dos niñas de rostro dulce y ojos vivos. Además, sentada en el sofá, observándolos con ternura, había una mujer de presencia elegante y mirada profunda que se puso de pie en cuanto los vio llegar. Irina no tenía ni idea de quién era, pero por el parecido que encontró en ella, supuso que de seguro era alguien cercano a Leone.
— Mira quiénes llegaron —dijo la mujer elegante, con una sonrisa radiante.
Leone soltó un leve suspiro