Kany intervino con delicadeza, pero con firmeza. A pesar de que sabía que tenía la confianza para hablar con este hombre sin que tuviera alguna repercusión, no dejaba de darle temor.
—Señor Mateo… no se trata de que haga una gran declaración. A veces, solo con estar, basta.
Mateo no respondió. Solo bajó la mirada y asintió, con el peso de sus propios pensamientos cayendo sobre los hombros.
—Le pido que vaya a verla —insistió Kany, con voz firme—. Rocío le extraña, aunque no quiera admitirlo. Lo noto en cada gesto que demuestra cuando la puerta se abre y no es usted.
Mateo asintió con compresión, lanzó un suspiro pesado y agitó su cabello.
—Voy a ir. Pero antes… hay algo que necesito resolver. Algo que no puedo dejar pasar. Aún no entiendo qué ocurrió realmente con Clara. Sé que está muerta, pero no tengo la certeza de que todo haya terminado. Me preocupa que aún haya una amenaza rondando allá afuera, alguien que pueda representar un peligro para Sofía.
—¿Sospechas de algo en concreto?