"Esto no puede ser real", se dijo Juniper, con la voz temblorosa mientras sostenía los resultados de la prueba. El corazón le latía con fuerza en los oídos. Sintió que el oxígeno había abandonado la habitación por completo y el peso de la noticia era insoportable. Cerró los ojos y deseó que la verdad se esfumara, pero se le pegaba como alquitrán y le dificultaba la respiración.
Había presentido que algo andaba mal y lo ocultaba, pero esto era mucho peor de lo que jamás hubiera imaginado. Sostenía la prueba en sus manos, con los nudillos blancos al sujetarla.
Tras ella, la puerta de su despacho se abrió con un crujido, pero no pudo moverse. No pudo hablar. Solo pudo mirar las palabras, intentando comprenderlas y detenerlas.
Juniper se levantó, todavía agarrando la prueba, pero le temblaban las piernas. Quería deshacerse de ella y olvidar que la había visto. Pero eso no podía suceder. La verdad ya se había asentado en su corazón, y ya no había forma de escapar de ella.
Callum, su Callum